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Crianza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Pueden ser relajantes las vacaciones con varios hijos?

Cuando los críos se vuelvan adolescentes y se sienten en el restaurante sin apartar la mirada del móvil, quejándose de todo, echaremos de menos esas vacaciones en las que los teníamos todo el día pegados a nosotros

Por agotadoras que sean las vacaciones con nuestros hijos, el tiempo convertirá estas vacaciones en idílicas.
Por agotadoras que sean las vacaciones con nuestros hijos, el tiempo convertirá estas vacaciones en idílicas.josh hodge (Getty Images)

Para las familias que vamos aumentando el número de hijos a cargo, llega una época en la que los veranos se complican a nivel logístico. De entrada, ya vivimos el cambio de las vacaciones de pareja a las de embarazo y bebé. El “pillamos un vuelo barato de último momento y vamos a donde sea, comamos donde nos apetezca y no miramos el reloj para nada, que estamos de vacaciones” se convierte de golpe en “no te dejes las bolsas del carrito, coge dos cremas más por si acaso, y por lo poco que pesan, pilla 10 pañales más que nunca se sabe”…

Se cambian el turismo gastronómico de probar ese restaurante del concurso de la tele o de las recomendaciones del suplemento que lleva meses en el lavabo por un montón de potitos envasados al vacío para calentar en algún bar y polvitos de biberón o teta a demanda. Y por supuesto, hay que respetar los horarios de comidas y minisiestas, que no se quede la criatura desnutrida y de paso podéis tener algo de conversación adulta.

Según la distancia entre vástagos, hay uno o dos veranos donde el bebé ya no es tan bebé, puede comer lo mismo que los adultos y el cochecito ya no es ese armatoste gigantesco que no cabe en la mitad de los ascensores. Entonces te relajas y piensas que no es tan complicado y que pronto ya tendrás una personita que se espabila por sí sola y que no hay que transportar ni alimentar tú.

Y cuando el primero ya va más o menos solo, llega el segundo y se repite el proceso. Como en las míticas pelis de gemelos de Van Damme, dos siempre dan más guerra. Ahora necesitas más sillitas, más espacio en el maletero, más juguetes para calmarlos, mayor variedad de comidas y medicinas…

La habitación doble con cuna gratis y precio asumible ahora pasa a habitación triple, cuádruple o familiar, o te obligan a coger dos dobles, aunque al final acabéis durmiendo todos en la misma cama y las otras solo sean el campamento base para pañales y juguetes.

Según el tiempo que se lleven tus hijos, uno ya querrá aventura loca y el otro aún necesitará brazos o será totalmente suicida que juegue a lo mismo que su hermano. Controlar que los dos estén cuidados y felices será tan estresante que soñarás con septiembre y el séptimo de caballería de los profes.

Y por supuesto, los que tienen tres, cuatro o cinco (los de seis para delante no tendrán tiempo de leer columnas de crianza) se ven atrapados en esta espiral durante más años, quedándose con dolor de espalda, mirada perdida y yéndose a hacer recados solos para no explotar contra la familia.

Pero por agotadores que sean, el tiempo convertirá estas vacaciones en idílicas.

Cuando los críos se vuelvan adolescentes y se sienten en el restaurante sin apartar la mirada del móvil, quejándose de todo, echaremos de menos esas vacaciones en las que los teníamos todo el día pegados a nosotros.

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